Creemos que tenemos miedo a no ser amados, cuando en realidad a lo que le tememos es a amar y a dejarnos amar.
¿Por qué? Porque amar es entregarse sin garantías; es soltar la coraza; es abrirse a una total vulnerabilidad.
Hace falta mucho coraje para estar dispuesto a ser herido.
Por eso algunos cobardes vivimos a los cuarenta y tantos como si tuviéramos veintitantos, gozando de una libertad envidiable, pero sin dar nada a los demás.
Nos cuesta elegir, nos cuesta comprometernos, porque no queremos perder nada.
No queremos renunciar a nuestro afán ideal de tenerlo todo (pensamiento mágico infantil).
No soltamos la idea del amor romántico, el amor narcisista, el querer ser amados.
Sólo los adultos (aquellos que han abandonado a su padre y a su madre porque ya no pretenden ser los niños maravillosos de antaño) pueden disfrutar del amor real.
El amor real que simplemente es desear lo mejor para el otro aun cuando su camino sea diferente al nuestro.
Como decía Osho: “En vez de suplicar que te den amor, ofrécelo tú. Y entonces te llegará en grandes cantidades. El amor crece cuando lo das y muere cuando intentas aferrarte a él.”
Alberto Martín-Loeches – Terapia Gestalt Madrid
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