La clave está en poder experimentar, sentir y contener estos sentimientos amenazantes o dolorosos y no hacer caso al impulso animal de lucha o huida. No es buena idea ni atacar enfadandonos ni escapar retirándonos.
Se trata de poder estar con esos sentimientos y cuando notes que no estás reactivo/a, compartirlos con tu pareja:
1) Expresando claramente y sin crítica el hecho concreto que ha disparado tu malestar.
Tratando de ser descriptivo/a, no evaluativos/as respecto a la conducta de la otra persona.
2) Expresar lo que sientes.
3) Reconocer que ha tocado una parte tuya sensible. Quizás alguna vieja herida.
4) Decir lo que necesitas.
5) Dejar que tu pareja pueda expresarse de acuerdo a sus sentimientos y escucharle.
[Alberto Martín-Loeches]
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