Todos de pequeños hemos tenido experiencias desagradables, necesidades insatisfechas o asuntos inconclusos que si no los enfrentamos y resolvemos, nos acompañarán a lo largo de toda la vida, la mayoría de las veces afectando nuestra autoestima y a las relaciones con los demás.
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Herida de rechazo
El adulto que tiene esta herida vivió experiencias de rechazo en su niñez y tendrá la tendencia a rechazarse a sí mismo y a los demás.
También rechazará experiencias placenteras y de éxito por el profundo sentimiento de vacío interno y por tener la creencia errónea de ser ”poco merecedor.”
Pensamientos: No sirvo para nada, lo que digo no le importa a nadie, soy malo para esto, nadie me escucha…
Herida de abandono
La soledad se convierte en el peor miedo de quien vivió abandono en la infancia.
Tenderá a abandonar proyectos y parejas, hasta que haga consciente su carencia y se haga responsable de su vida y su soledad. Abandona antes de ser abandonado.
Suele ser dependiente porque no soporta estar a solas consigo mismo. Al final acaba estando solo.
Herida de humillación
Se da en las personas que tuvieron experiencias de abusos, comparaciones o que fueron ridiculizados y avergonzados.
De adultos son inseguros, tímidos, dependientes e indecisos.
En lo más profundo de su ser se sienten culpables y no creen tener derechos.
Pensamientos: No lo merezco, no soy digno, soy muy poca cosa para esto, no tiene importancia…
Herida de traición
El niño traicionado será una adulto desconfiado y tendrá mucho miedo a la mentira.
Y buscará de manera inconsciente involucrarse en situaciones en las que irremediablemente será traicionado. Cumpliéndose la profecía que él mismo decretó: “No confíes en nadie, todo mundo traiciona”.
La mayoría de quienes experimentan celos tuvieron vivencias de traición en su niñez.
Será muy controlador.
Herida de injusticia
Estas personas tienen gran temor a equivocarse y su tendencia a buscar la perfección, lo cual les trae mucha frustración.
Son rígidos, y fanáticos del orden.
Solo confían en sí mismos.
Le gusta dar órdenes y dirigir.
Es importante poder revisar estas heridas en un proceso de terapia, sentirlas, curarlas y liberarlas.
Desafortunadamente, cuando nos negamos la oportunidad de trabajar en terapia en la curación de estas heridas, estaremos repitiendo patrones enfermos que a nosotros nos dañaron en nuestra niñez y de forma inconsciente se perpetuará el círculo vicioso del cual hemos huido, dañando ahora a nuestros allegados.
Fuente: http://www.lisebourbeau.com
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