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Cómo disminuir el drama en nuestras relaciones

Cuando estamos en un conflicto, todos los seres humanos nos caemos en alguno de estos tres roles: víctima, perseguidor o salvador.
Son papeles que aprendimos en la infancia para protegernos de nuestro dolor emocional e intentar conseguir algo de amor o atención.

Unos tendemos más a cuidar a los demás haciendo de salvadores. Otros nos ponemos por encima volviéndonos perseguidores y otro seguimos como niños pobrecitos en el papel de víctimas.

Todos estos roles son tentadores porque nos dan una sensación de poder.
Los perseguidores y los salvadores se sienten superiores mientras que las víctimas evitan asumir la responsabilidad de sus propias vidas.

Los salvadores se centran en los conflictos ajenos. Es una excusa para ignorar sus propios problemas.
Necesitan víctimas a las que poder ayudar y si no las encuntran, las crean manteniéndolas débiles e indefensas convencidos que no pueden resolver la situación por sí mismos. Pero al ser una ayuda forzada, se quejan de sus esfuerzos.

Cuando nos hacemos las víctimas nos la arreglamos para no hacer nunca bien las cosa y nos quejamos de nuestra indefensión.
Nos vamos volviendo cada vez más pobrecitos y autodestructivos.

Si nos ponemos de perseguidores, nuestro lema es pisar antes de que nos pisen. Exigimos que los demás nos hagan caso. Y solemos cebarnos en víctimas vulnerables que se complementan con nosotros.

¿Qué podemos hacer? Cambiar siempre el rol que estamos jugando.

Cuando estamos de víctimas, podemos transformarnos en creadores. En lugar de sucumbir a la tentación de revolcarnos en la injusticia, podemos preguntarnos qué es lo que queremos ganar en esta situación o relación.

Los perseguidores pueden convertirse en desafiadores. Pueden ayudar a las personas a aclarar sus necesidades y enfocarse en su propio aprendizaje y crecimiento personal. Los desafiadores siempre dicen la verdad, incluso cuando es doloroso.

Los salvadores pueden convertirse en apoyadores que ven a los demás como capaces de tomar decisiones y resolver sus propios problemas.
Un apoyador hace preguntas que ayudan al otro a ver las posibilidades de una acción positiva y a centrarse en lo que quieren en lugar de lo que no quieren.

¡Ánimo y a practicar!

Alberto Martín-Loeches Barral



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