¿Con cuánta frecuencia afrontamos nuestras relaciones con la idea de cambiar a la otra persona o ser diferentes nosotros mismos?
Piensa en una relación importante en tu vida y pregúntate: ¿Qué me impide aceptar y estar totalmente presente con esta persona? Observa que pensamientos te vienen a la mente: el miedo de no ser lo suficiente, el sentir de que no hay suficiente tiempo, el querer que las cosas sean de una cierta manera. Si damos el poder a estos pensamientos, nos perdemos gran parte de la vida.
La vida no vivida se va acumulando en aquellos momentos en los cuales no estamos presentes, en los cuales estamos ocupados, yendo de prisa o tratando de no sentir nuestros sentimientos.
La vida no vivida también es producto de las relaciones personales en las cuales no nos permitimos llegar un nivel de intimidad en el cual reconocemos nuestras emociones.
Para poder vivir de todo corazón uno necesita estar dispuesto a dejar de controlar. Se trata no de correr a la meta, sino de escoger estar aquí y ahora para nuestra vida.
Fuente: http://www.tarabranch.com
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