En casi todas las culturas menos en la nuestra priman la sabiduría corporal con respecto a la mental.
Todas nos hablan de cómo la forma más directa de conectar con nuestra sabiduría interior es sintiendo nuestro cuerpo.
Nuestras sensaciones y emociones, son las señales que nos avisan de cómo nos va en la vida.
El cuerpo es el canal principal de conexión con nuestro ser.
Nuestra intuición corporal es la fuente de conocimiento que nos dice lo que es bueno y verdadero para nosotros.
A lo largo de muchos años como terapeuta yo mismo he comprobado que nuestro cuerpo siempre sabe lo que nos pasa y lo que necesitamos, aunque nosotros no lo sepamos conscientemente.
Ante cualquier asunto, podemos pararnos y decirnos: «A ver… espera un momento, ¿cómo es todo esto para mí?, ¿cuál es mi sensación acerca de toda esta situación?».
Lo malo es que normalmente no hacemos caso a nuestras sensaciones y sentimientos, sobre todo a los negativos. Y al no hacernos cargo de ellos, al no escucharlos y darlos salida por medio de palabras, lágrimas o acciones, se acumulan dentro de nuestro cuerpo y éste somatiza en forma de tensiones, angustias, ansiedades o enfermedades.
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