Cuando no estamos suficientemente maduros, nuestro cerebro no se unificará con la meditación sino que se desunificará más.
Si no tenemos un yo fuerte y nos ponemos a meditar ocurrirá que la cognición hemicerebral derecha, la que se estimula mucho con la meditación, se separará de la cognición hemicerbral izquierda. Y este divorcio, aunque nos haga creer que nos estamos despertando, es todo lo contrario, nos está fragmentando.
Este error lo cometen de pleno los budistas que ya desde niños comienzan a meditar.